Las traiciones de la mente
¿Cuantas veces nos ha pasado que estamos concentrados en un tema, ya sea una resolución de un problema, una charla o explicación, una lectura y de golpe… una idea o pensamiento pasa por nuestra mente y nos arrastra con ella hasta sacarnos de foco y perdernos de lo que estábamos haciendo?
Esto que a algunos nos pasa más seguido y fácilmente que a otros, es una trampa ineludible que nos pone nuestra propia mente son un solo propósito bien claro: DESCANSAR.
Hace miles de años, nuestra vida era muy distinta a la que estamos acostumbrados actualmente. El simple hecho de un descuido podía significar ser atacado y muerto por un depredador, o peor aún, sufrir un accidente que nos provoque una larga y dolorosa agonía hasta morir. Estar atentos a nuestro alrededor, era de vital importancia. Era realmente de vida o muerte. Y nuestra mente lo sabia.
Al igual que correr, trepar, levantar cosas o cualquier actividad física que realicemos, el pensar y estar atento cansa. Estar mucho tiempo pensando lógicamente en algo, agota. Encima, nuestro ritmo de vida actual nos pone en la tarea de hacer muchas cosas en paralelo, lo cual nuestro cerebro lógico no puede hacer, y por ende nos provoca un enorme desgaste de energía el pasar de una tarea a la otra rápidamente sin perdernos. Ejemplo más claro, uno se pasó todo el día en un trabajo sedentario frente a una PC atendiendo el teléfono, contestando mails y hablando con gente y llega sumamente cansado al final de la jornada.
Entonces, la mente esta “programada” para tomarse descansos. Si bien, nunca deja de procesar y trabajar, el cerebro está dividido en partes que se tienen que tomar un respiro. Si adentrarse en demasiados detalles, podemos decir que al exigir mucho de nuestro cerebro lógico, llega un momento que se encienden las alarmas de alto y diferentes partes del cerebro separadas de la lógica nos empujan a otro lado para que la primera descanse.
Varios estudios de la neurociencia e incluso menos científicos y más pragmáticos (vean la técnica del pomodoro) apuntan a maximizar el tiempo de concentración optimo antes de imponernos nosotros un descanso que nos permitan volver al corto tiempo, con una renovada energía sobre el tema que estábamos trabajando.
Desconcentrarnos nos pasa a todos inevitablemente. Nuestro cerebro así lo propone y no podemos evitar sus trampas.